¡Qué rico que conectes en mi espacio virtual! Comienzo gritando a viva voz y con una sonrisa grandota que a veces es súper complicado tener una nutrición saludable. Te cuento por qué.
Mi estilo de vida antes del 2014 se centraba en comer en “fast foods”, refrescos, sándwiches por un tubo y siete llaves y comida procesada. No comía vegetales, nada verde, ni granos que no fueran arroz. Eso era lo que entendía suficiente. Resulta necesario aceptar que el mercadeo de las industrias detrás de la comida rápida es arrolladora. Saben meterse en tu cabeza y hacerte creer que es lo mejor para tu salud y tu cuerpo bajo el razonamiento de que es lo más rápido, accesible y lo que te dará felicidad.
Entonces, conocí el crossfit y admito sin problema alguno que es lo mejor que me pudo haber pasado. Rápidamente, el pensar de la sociedad es que me metí en un culto. ¡Tienen toda la razón! El crossfit provocó un cambio radical en la vida sedentaria que llevaba, pero del ejercicio te contaré en otra publicación. A lo que voy es que, gracias al crossfit, mi mentalidad comenzó a cambiar; mientras más le estaba metiendo al asunto, notaba que terminaba fatal por la forma en que me estaba alimentando.
La alimentación saludable no es invento de la sociedad actual y tampoco es un culto. Si haces búsqueda sobre nuestros antepasados, encontrarás que todo lo cazaban o cultivaban. La alimentación se basaba, principalmente, en mayor consumo de proteínas y vegetales. Así también, el ejercicio era parte de la rutina de vida. Con el paso del tiempo, la industrialización trajo cambios positivos a la sociedad, pero también provocó el sedentarismo bajo la creencia de que el tiempo es oro y debemos vivir con rapidez. El desarrollo de la comida rápida y procesada se hizo la orden del día. Actualmente, son muy pocos los países que fomentan comer saludable, y en aquellos países en donde no se fomenta, llevar una alimentación saludable tiene un alto costo.
En el mundo actual, las redes sociales pueden ser abrumadoras en este tema. Sin embargo, estoy segura de que todos estamos claros en que la comida chatarra y procesada, así como los refrescos y alimentos con alto contenido de azúcar, hacen daño. La cantidad de estudios sobre el tema es también abrumadora, y sí, puede ser confusa.
Cuando se quieren hacer cambios, los que sean, de ordinario, rápido decimos “ay, yo no podría vivir sin esto o aquello”; “eso es muy caro”; “es imposible”; “no tengo tiempo”. Hablando claro, estos son pensamientos limitantes que nos ponemos de frente. La realidad es que es posible.
Una de las cosas que descubrí cuando decidí hacer cambios en mi alimentación, es que soy sensible al trigo. ¡Imagínate! El trigo era el centro de mi todo. Tuve que romper con la mentalidad de que es imposible y que no puedo vivir sin trigo para hacerlo. Rompí hábitos que no me estaban produciendo buenos resultados y me permití la creación de nuevos hábitos que sean sostenibles y duraderos. Por eso dicen que para que los cambios sean verdaderos, deben hacerse paulatinamente, y no de sopetón, porque las recaídas son parte del proceso. Además, debe ser así porque mientras se avanza en edad, el cuerpo también cambia y requiere trabajar nuevos cambios para mantener la vida saludable e integrada que se desea.
No he dicho que es fácil. Los hábitos alimentarios requieren tiempo y disposición, además de que deben cultivarse todos los días. Lo más difícil que se me hizo fue dejar el trigo y la integración de vegetales verdes. En el proceso entendí que es cierto que el paladar cambia rápidamente y que la mente juega un papel sumamente importante en mis percepciones gustativas. Una vez quité esa idea de que la comida sabe horrible, busqué formas para que mi paladar se acostumbrara a los sabores. Me di la oportunidad de hacer una verdadera integración. Actualmente como de todo y siempre me sorprendo porque estoy dispuesta a probar alimentos nuevos.
Lo que si trabajo constantemente es mi consumo de azúcar. Soy dulcera. Con el cambio a una alimentación libre de gluten, se redujo grandemente mi consumo de azúcar. Sin embargo, comer libre de gluten requiere crear conciencia de que los alimentos pueden tener ingredientes con alto contenido de azúcar. Aprender a leer las etiquetas con las tablas nutricionales fue importante para tomar decisiones adecuadas y alineadas a mis metas alimentarias. Aun así, sigo siendo dulcera. Te puedo confesar que, mientras escribo esto, me disfruto un marshmallow envuelto en rice crispies sin gluten que sabe a gloria y eso tiene nada de malo.
El detalle está en que mis niveles de ansiedad y estrés están bajos porque estoy disfrutando a plenitud lo que ahora mismo estoy haciendo. Es como cuando disfruto de un viaje con amigos, que me siento feliz. Los niveles de estrés bajan, mi sistema nervioso se encuentra en calma y eso se refleja en mi plato de comida. Contrario a cuando mis niveles de estrés y ansiedad están altos y mi sistema nervioso se encuentra en alerta continua. Mi mente se va en el viaje de pensamientos limitantes y negativos, y las decisiones sobre mi alimentación no son las mejores. Cuando eso pasa, se añade al cuadro el sentido de culpa por comerme algo que no debí porque sé que me afectará.
La alimentación saludable es solo un componente de la nutrición. Les he compartido algo sobre el amor propio, el auto cuidado y cómo la relación mente y cuerpo es importante. Puedes leer sobre esto en mis blogs anteriores. Estas técnicas son fundamentales en la nutrición y deben ser la primera línea de defensa para lograr la salud integrada que deseo.
La nutrición tiene dos componentes. La alimentación primaria se refiere a auto cuidado, y la alimentación secundaria se refiere a la comida. La teoría de la nutrición integrada se basa en que, si consumes alimentación primaria, la alimentación secundaria hace sentido y logras una vida saludable, balanceada e integrada. Sin que me quede nada por dentro soy testigo de que en efecto es así.
Cuando inyectas amor propio, metas, sueños, tienes relaciones saludables con otros, con las finanzas y espirituales, alimentas y nutres la mente y el cuerpo. Das paso a tomar mejores decisiones sobre lo que comes, y cuando eliges disfrutar de algo considerado no saludable, no hay sentido de culpa.
¡Te invito a que hagas el ejercicio! Escoge un momento en el que estés feliz, como cuando sales de viaje o de tu ambiente regular por vacaciones, y mira cómo se ve tu plato de comida. No importa si comes fuera. Escoge también un momento en el que sientas estrés y mira cómo se ve tu plato de comida. Estoy segura de que notarás que las selecciones son diferentes. Déjame saber qué tal.
No es fácil y es complicado, eso ya está establecido, pero es posible. Requiere disposición y apertura. Además, cuando has establecido la meta de que quieres mejorar tu salud para disfrutar la vida, te mueves a lograrlo contra viento y marea, de la misma forma en que planificas tu próximo viaje.
La nutrición primaria y secundaria son escenciales, y con ellas logro que mi vida saludable sea integrada en mi Timbiriche Vida.