¡Qué rico que conectes conmigo! Hoy te hablo de la autocompasión como práctica para manejar el estrés, no importa la situación que estés viviendo.
¿Sabías que cada proceso de nuestro cuerpo provoca una reacción estresante? El estrés puede ser positivo (eustress, en inglés) o puede ser negativo (distress, en inglés). Por ejemplo, ese estrés positivo se refleja cuando sientes las llamadas maripositas en el estómago porque estás experimentando momentos de felicidad, mientras que el estrés negativo es el que nos lleva a la frustración, tristeza, ansiedad y posible depresión.
No sé si te has dado cuenta, pero yo, en la mayoría de los casos, reconozco momentos de extrema felicidad como eso mismo y no estoy consciente de que paso por un momento de estrés positivo. Sin embargo, el estrés negativo es el más común y el que más fácil puedo identificar.
Te cuento que estas últimas semanas han sido complicaditas. Me intoxiqué con trigo, lo cual provocó una reacción estresante negativa en mi sistema gastrointestinal que me afectó hasta los pensamientos. Estuve casi 3 semanas en proceso de recuperación y mientras tanto viví desesperación y frustración porque me pasaba entre mejorarme y recaer. Gracias a la autocompasión, logro bajar mis niveles de estrés y mantenerme calmada, en especial, cuando estaba en recaídas.
La autocompasión es un hábito que requiere práctica diaria. Más aún cuando vivimos vidas ajetreadas en las que no hay espacio suficiente para pausar, respirar, recargar y seguir.
Conozco a una persona que cuando se siente saturada o abrumada dice que se tomará sus 5 minutos de pena. Recuerdo que la primera vez que la escuché decirlo me reí en cantidad porque nunca había escuchado a una persona decirlo en voz alta y con tanta naturalidad. La realidad es que, para esa persona significa que necesita un espacio para pausar y soltar lo que le molesta o incomoda para evitar que el estrés se convierta en angustia.
En mi caso, prefiero decir que necesito 5 minutos de autocompasión. Es una cuestión de percepción gramatical, pero lo cierto es que el uso de las palabras es bien importante, aunque no lo creas. Nuestra mente relaciona palabras con emociones en un proceso que se llama codificación emocional. En ese sentido, la palabra pena, aunque tiene un significado de compasión, trae consigo tristeza, lástima, castigo, vergüenza o timidez. Mientras que la palabra compasión, conlleva empatía.
Si buscas la palabra empatía encontrarás que es la capacidad de comprender y compartir los sentimientos y emociones de otra persona, poniéndose en su lugar de manera objetiva y racional. Es una habilidad fundamental para establecer relaciones saludables y generar una mejor convivencia entre individuos, que incluye la comprensión e intentar entender cómo se sienten los demás, prestar atención a lo que otros dicen y sienten, evitar juicios para comprender mejor las situaciones, aceptar y respetar los sentimientos y pensamientos de los demás, así como tener cuidado con lo que decimos para no herir a otros.
La autocompasión, entonces, describe la reacción que debes tener hacia ti cuando te encuentras en situaciones difíciles, de fracaso o de insuficiencia. Requiere que te muestres empatía y cuidado, de la misma forma en que lo harías si fuese alguien que recurre a ti porque está en una situación similar.
¡Piénsalo! Si una amistad o un familiar pasa por una situación difícil y recurre a ti para apoyo y ayuda, ¿qué le dirías? Posiblemente le escucharías y prestarías atención a lo que dice, evitarías los juicios, te pondrías en sus zapatos para entenderle, validarías sus sentimientos ante esa situación, y le reconfortarías, dejándole saber que confíe en el proceso porque todo va a salir bien.
Ahora te pregunto, ¿por qué no puedes decirte lo mismo que le dirías a esa persona que tanto quieres, si tu debes ser lo que más quieres en tu mundo?
De eso se trata la autocompasión. De aceptar los sentimientos que estás sintiendo en el momento, sin juzgarlos. Simplemente permitirte sentir y escucharte, para entonces hablarte y recordarte que eso que estés viviendo, pasará y que tu estarás bien.
Kristin Neff, una de las principales investigadoras en este campo, define la autocompasión a través de tres componentes clave:
- Bondad hacia uno mismo: Ser cálido y comprensivo contigo mismo en lugar de ser autocrítico.
- Humanidad compartida: Reconocer que el sufrimiento y los errores son parte de la experiencia humana compartida.
- Atención plena: Mantener una perspectiva equilibrada y consciente de tus emociones sin exagerarlas ni ignorarlas.
Se han hecho muchos estudios de cómo la autocompasión impacta positivamente el bienestar de una persona. Se ha encontrado que las personas que practican la autocompasión en sus vidas se asocian con altos niveles de felicidad, optimismo y satisfacción. Además, muestran motivación y apreciación, bajos niveles de ansiedad, estrés, depresión y miedo al fracaso.
La práctica de la autocompasión no es algo que debe pasar desapercibida. Por el contrario, es importante que la incluyas en tus procesos de vida, pero en especial en aquellos difíciles porque esos son los momentos que requieren tu enfoque para no estancarte o dejarte llevar por el dolor o la tristeza que sientes por lo que haya ocurrido.
En momentos difíciles, como mi recién episodio de intoxicación, la autocompasión es quien me da fuerzas para seguir y no rendirme.
Primero, hago un “body scan” de los sentimientos que tengo dentro, sin juzgarlos; solo reconocer que están ahí y que los siento. Esta bien aceptar que me siento mal, que tengo coraje o que me siento incómoda, o triste. Luego, me hablo como si le hablara a alguna amiga que pasa por la misma situación y me digo todo eso que yo le diría a esa persona.
Y me preguntarás, AMarie, pero por qué los 5 minutos. Siempre es importante dedicarte un tiempo para esto. Tu defines ese tiempo. Pueden ser 3, 5, 15 minutos, o el tiempo que necesites. Lo importante es que sea un tiempo corto, en el que enfoques tu atención a ese proceso, que es íntimo y contigo, y que, una vez termine ese tiempo, puedas continuar tus otras cosas.
Mientras más practicas la autocompasión, se convierte en un hábito saludable que te ayudará a sobrepasar momentos difíciles con empatía.
Además, practicar la autocompasión, permite que tu alimentación se convierte en tu aliada, y aun en momentos difíciles o tristes, optas por alimentos que mejoren tu estado de ánimo y que te den ese boost que necesitas para sobrepasar esas emociones que estés sintiendo. Porque en momentos de tristeza, no es lo mismo comerte el pote de Nutella, que está lleno de azúcar y de ingredientes que apenas se pueden mencionar -hubo una época en mi vida que ese era mi go-to-food-, que recurrir al cacao (chocolate en versión orgánica), que tiene beneficios positivos a tu salud por tener mayor valor nutricional.
Cuando sientas que las cosas no te salen bien, práctica la autocompasión.
Es una gran estrategia que me levanta en momentos difíciles y me motiva a continuar en mi timbiriche vida.