¡Qué rico que conectes en mi espacio virtual! Comienzo gritando a viva voz y con una sonrisa grandota que la mayoría de las veces le doy importancia a las bolas curvas que la vida me lanza cuando en realidad, como dijo Charles R. Swindoll afirmó, la vida es un 10% lo que nos pasa y un 90% como reaccionamos a eso. Los hábitos que me sostienen me ponen en esa perspectiva, aunque los deje a un lado por estar esquivando esas bolas curvas. Te cuento por qué.
Ya perdí la cuenta de cuántas veces he tenido que empezar de nuevo. En retrospección, he llegado a la conclusión de que la mayor parte de las veces en que he dejado a un lado buenos hábitos ha sido por falta de tiempo.
La falta de tiempo es la mayor excusa que tengo. La he dicho muchas veces y he escuchado a otras personas decirlo también. Confieso que es terrible porque ha limitado mis metas y mis aspiraciones. Pero, al igual que tú, tengo altas y bajas y a veces me desvía de mis metas. Aun así, siempre busco la forma de reformularme y reiniciar utilizando la técnica de regresar a lo básico.
Regresar a lo básico significa regresar a lo que sé o a lo que antes me dio resultado. No se trata de volver al pasado. Más bien es retomar aquello que aprendí y que conozco. Despertar eso que sigue en mi mente, pero que en mi consciente está olvidado. En la mayoría de los casos, se traduce en retomar hábitos buenos que dejé atrás por distintas excusas, o crear nuevos.
Si buscas la palabra hábito en el diccionario encontrarás que se refiere al modo especial de proceder o conducirse por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas.
Esto significa que los hábitos conllevan práctica y repetición. Son acciones que se hacen por costumbre, rutina o que se adquieren por experiencia, y eso los hace sostenibles e instintivos. Hay hábitos que creamos por responsabilidad u obligación, algunos se crean inconscientemente, pero hay otros que decidimos crearlos como parte de las metas que nos proponemos.
No importa cómo se crea el hábito, para que sean sostenibles, es recomendable que la acción se repita por 21 días. De continuarse con dicha práctica y pasar los 90 días, entonces es muy probable que se convierta en parte del estilo de vida. A esto se le llama la regla 21/90.
Cuando tuve que dejar de consumir gluten, tuve que crear nuevos hábitos alimentarios. Esto fue en 2016, por lo que ya llevo 8 años sin consumir gluten. Tuve que cambiar todo, en especial mi mentalidad hacia mi alimentación. Este hábito lo logré y ha sido sostenible todo este tiempo porque entiendo los efectos que le provoca a mi cuerpo consumir gluten. Pero este hábito provocó la creación de otros y, entre esos, estaba cocinar.
¡No me gusta cocinar! Eso lo puedo afirmar y sin miedo. En mi cocina tengo un letrero que representa exactamente esa expresión y es la foto que insertada en esta publicación. No es que no sepa hacerlo, es que no me gusta. Sin embargo, estoy consciente de que cocinar es mejor opción que comer fuera si quiero mejorar mi alimentación. Además, tiene sus ventajas. Más allá del hecho de que resulta costo efectivo para las finanzas, la cocina se convierte en un laboratorio y soy yo quien controla los ingredientes que deseo utilizar para lograr crear alimentos saludables que se adapten a mis metas como parte de mi plan de acción para tener una vida saludable integrada.
Cuando comencé a desarrollar el hábito de cocinar, regresar a lo básico implicó agarrar el conocimiento que tenía de la cocina, aunque fuera mínimo, y adaptarlo a mi necesidad. Agendé el tiempo y me sumergí en recetas que ya tenía por los libros de cocina de mi abuela y comencé a buscar recetas similares que fueran libres de gluten. Pasé de los 90 días y, para mi sorpresa, empecé a disfrutar de esa actividad.
Con el tiempo, los contratiempos, en especial mis compromisos laborales, comenzaron a quitarme ese tiempo. Regresé a convencerme de que no tenía tiempo para cocinar. Fui dejando a un lado el hábito que desarrollé y que es totalmente saludable. Simplemente, era más fácil comer fuera, y sentí nuevamente que solo tenía cocina porque vino con la casa como dice el letrero. Hace unas semanas atrás decidí retomar este hábito nuevamente y, para hacerlo, había que regresar a lo básico.
Esta vez regresar a lo básico es diferente porque mi conocimiento de la cocina es mucho mayor. Sin embargo, generó varias preguntas claves: ¿quién soy en este momento?, ¿qué quiero cambiar, modificar o lograr para mejorar esta vez?, ¿hacia dónde quiero llegar?, y ¿con qué cuento para lograrlo? Las respuestas que surgieron de estas preguntas claves me llevaron a otras preguntas, cuyas respuestas provocaron el desarrollo de un nuevo plan de acción.
El plan de acción incluyó reevaluar la ocupación de mi tiempo y ubicar un espacio para cocinar que sea cónsono con mis otras responsabilidades, reiniciar el hábito de ir al supermercado, sentir de nuevo que mi cocina es un laboratorio, y confiar en que, con todo lo que he aprendido, mi creatividad es mejor de lo que antes fue. Ahora, nuevamente me encuentro sumergida en la cocina y disfrutando el momento.
Los hábitos saludables que he desarrollado, aun dejándolos por un tiempo, tienen el potencial de volver a traspasar la regla 21/90 porque todavía creo en ellos. En esta ocasión retomarlo viene acompañado de experiencias adicionales adquiridas, que permitirán su sostenibilidad y con probabilidad su reformulación.
Lo anterior funciona para cualquier hábito que deseo desarrollar, sea complicado o mucho más simple, como lo es hacer la cama en las mañanas, entrenar a una hora específica, o separar un espacio para auto cuidado, meditar o simplemente desconectar.
Mi invitación para ti es siempre buscar trabajar en hábitos buenos y saludables porque son importantes para lograr metas, además de que ayudan a darle sentido a las cosas. Si por razón de situaciones o contratiempos has tenido que dejar hábitos buenos a un lado, no te preocupes, está bien. Cuando tengas la oportunidad, regresa a lo básico y saca del archivo mental esos buenos hábitos que alguna vez impulsaron cambios positivos en tu vida. Aunque la vida se empeñe en lanzarme bolas curvas que tenga que esquivar, como eso equivale a un 10%, siempre regresaré a lo básico a retomar hábitos buenos y saludables que dejé olvidados porque se encuentran dentro del 90% de cómo reacciono ante las cosas. Además, los hábitos saludables y sostenibles son líneas que también conectan puntos y me dan ventaja hacia un cambio saludable y positivo en mi Timbiriche Vida.
¿Tienes algún hábito que tuviste que dejar a un lado? Comparte en los comentarios debajo de este post o Contáctame. ¡Hablemos!