¡Qué rico que conectes en mi espacio virtual! Comienzo gritando a viva voz y con una sonrisa grandota que me amo. Si, me amo y mucho. De seguro alguien querrá comparar ese sentir con narcisismo. Hay grandes diferencias entre una cosa y la otra, y decirme que me amo nada tiene que ver con narcisismo. Te cuento por qué.
AMarie es el nombre que escogí para presentarme en este espacio. Buscaba algo diferente y quizás un combinado de mi primero y segundo nombre. Para mí es parte de esa estrategia de lograr convertir la introvertida en extrovertida sin dejar de ser la persona genuina y única que siempre he sido.
Soy sincera. Después me di cuenta de que AMarie lee “ama y ríe”. Como no creo en las casualidades, me agrada muchísimo que se alinea al concepto de amor propio. Siempre he creído en que debemos amarnos primero, pero estoy clara que, ante las adversidades, es completamente normal olvidarse de eso.
Cuando me encuentro ante eventos adversos o difíciles, como me ocurrió cuando sufrí el burnout, mi mente se pone patines y los pensamientos son a mil por hora. Sobre pienso las cosas y llego a conclusiones basadas en distintos escenarios que no necesariamente resultan en algo positivo. Es ahí cuando los pensamientos se creen que tienen control de mí y escucho el “no soy suficiente”; “no lo estoy haciendo bien”; “no lo voy a lograr”; “vas a fracasar”; “tengo miedo al rechazo y que me juzguen”; “no sabes lo que estás haciendo”. Pensamientos que se repiten en mi mente como disco rayado. Como voces internas, similar a ese angelito y diablito de las caricaturas, que susurran al oído de la persona lo que cada uno entiende debe hacer. Sentí que las técnicas y herramientas que tenía y había aprendido, en mis primeras certificaciones en coaching, se habían agotado. En esas ocasiones, la línea es fina hacia la ansiedad y la depresión.
Con toda probabilidad esos pensamientos los escuché de experiencias pasadas. La mente es un gran archivero y guarda todas nuestras experiencias. En momentos en que siento mucho estrés y ansiedad, mi mente saca emociones asociadas a esas experiencias, de ordinario negativas, y me las repite una y otra vez. De ahí que digan que la mente es poderosa.
Expertos en medicina que estudian y tratan el síndrome mente-cuerpo – o el Tension Myoneural Syndrome – exponen que, en situaciones de riesgo, el sistema nervioso activa su respuesta de lucha y escape. Se supone que esta respuesta dure muy poco tiempo, pues tiene el propósito de alertarnos para que reaccionemos ante el riesgo. Sin embargo, cuando estamos en constante ansiedad y estrés, es como si la mente mantuviera ese botón de pánico activado todo el tiempo. Cuando esto me pasa, la mente lee que me encuentro en un riesgo continuo y busca darme señales para que lo atienda. Ahí entran los pensamientos negativos y me hace creer que no puedo seguir adelante. En otros casos, el dolor físico sin explicación médica alguna, se convierte en la orden del día. Este tipo de dolor físico se conoce como neuroplástico, y significa que ha sido creado por mi mente cuando mantiene la respuesta de lucha o escape activa por demasiado tiempo.
El problema es que estas señales de mi mente son confusas y, en su mayoría, difícil de entenderlas para poder actuar. Además, por mi introversión, aprendí a esconder muy bien estos episodios, precisamente, por miedo a la falta de entendimiento y al rechazo. Poco a poco he ido descubriendo que, mientras estoy haciéndome una película mental, me alejo de quién soy; esa persona única y genuina que siempre ha creído que la vida es divina y que todo hay que verlo positivamente. Reconozco que siempre habrá momentos en que me haré la película mental y ahí es que tengo que repetirme mil veces “me amo”.
El amor propio es un elemento esencial del auto cuidado. El amor propio no solo incluye darte ese viaje que tanto deseas, o sacar tiempo para meditar o para ir a un spa o la playa. Esas son actividades que, de ordinario, traen felicidad y por eso son parte del amor propio. Pero el amor propio es más que eso. Es repetirse una simple frase todos los días: “me amo”.
Lo que pasa es que cuando ando ofuscada en el problema, es difícil ver lo que ya sé, lo más simple. Pero siempre está ese alguien que nos recuerda la importancia de decirme “me amo”. Ese alguien es mi amigo Jomacale, quien me pidió identificarlo con ese nombre (una combinación también de los suyos y un gran chiste entre los dos).
Jomacale sufrió un derrame cerebral hace años atrás. El evento limitó sus movimientos en la parte derecha de su cuerpo. Se volvió adversidad en la medida en que cambió toda su forma de vida e independencia como la conocía. Tuvo que aprender a hacer todo de nuevo, experimentó el miedo y posiblemente uno que otro pensamiento negativo que trató de sacarlo de ruta. Sin embargo, Jomacale pudo mantenerse en su ruta hacia la recuperación, reformulándose para tener una vida plena utilizando ese elemento esencial de amor propio y repetirse “me amo”. Todavía lo hace cada vez que a su mano derecha le da por actuar involuntariamente. Se tira una carcajada, se dice “me amo” y le da besitos a su mano.
Yo sé que no todo el tiempo sentimos que nos amamos. Al menos en mi caso ha sido así. Hay ocasiones en que las adversidades me llevan a creer que no soy capaz de liberarme de las circunstancias que estoy experimentando para poder continuar. Me he sentido impotente, desesperada, que no tengo control y que no saldré de ahí. ¡Normal!
Por eso, el amor propio debe ser el primer paso, la primera herramienta, cuya técnica es repetirme cuántas veces sea necesario “me amo”. Ya se ha convertido en un hábito y me lo repito todos los días. Hasta envío a mí misma un mensaje por WhatsApp porque no me puedo dar el lujo de olvidarme.
“Me amo” es la firma acción positiva encaminada a confiar en mí y en el proceso que esté viviendo. Trae consigo el poder de escoger ser feliz, desasociarme de los pensamientos negativos y centrarme en el presente, que es lo que verdaderamente importa. Ese amor propio es poderoso y necesario. Luego de esa afirmación, aplico otras técnicas y herramientas, como la respiración profunda y la meditación.
Todos los días, cuando me enfrento a situaciones no agradables, o simplemente como parte de mi hábito de agradecer, me refugio en ese “me amo”, y con eso comienza todo un proceso mental en el que logro dibujar las líneas que conectan los puntos en mi Timbiriche Vida.
*SI interesas leer sobre el síndrome mente-cuerpo, puedes entrar a este enlace que descubrí durante mi proceso: Mind Body Syndrome / Tension Myoneural Syndrome (unlearnyourpain.com). Busca ayuda professional y médica de ser necesario.
Wow!….felicidades por abrirte y dejar compartir cómo eras, eres y seguirás engrandeciéndote…»CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMIMO AL ANDAR»
Yesss!!!!!